Akasha (éter) es el elemento omnipresente y penetrante en todo, es la sustancia que todo lo impregna y abarca. Aloja a los otros cuatro elementos y a todos los objetos del universo. Su atributo es el sonido (órgano de los sentidos capacitado para aprehender el éter) y su acción es discriminar. Podemos conocer y diferenciar las cosas porque entre ellas existe el espacio. Es el elemento más sutil de todos.

En nuestro cuerpo está presente en cualquier órgano que esté hueco o tenga orificios. Aparece siempre que haya espacio (nariz, tráquea, venas, arterias, estómago, espacio intracelular, espacio extracelular…) y se encarga de separar estructuras. Gracias a este espacio podemos entender la percepción del silencio y de la espera. Nos enseña a disolver el ego, a no hacer nada. La meditación es una práctica útil que nos permite conseguir dominio en este procedimiento.

En el aspecto psicológico aporta libertad, paz, expansión de la consciencia, amor y compasión como formas elevadas de sentimientos más allá de las emociones mundanas. También está implicado en sentimientos más «negativos» como son la separación, el vacío, la añoranza, el aislamiento, la falta de enraizamiento, la inseguridad o el miedo.

Sus cualidades son: la unidad, la expansión ilimitada, la separación, la integración y segregación, la convergencia y divergencia, la ligereza, la suavidad, la blandura, la inactividad, la claridad, la ausencia de movimiento, la temperatura ni fría ni caliente, lo sutil y lo liso. Todas ellas son cualidades del espacio y de los objetos y seres donde predomine.

Vayu (aire) es la sustancia que se mueve y facilita el movimiento, es el responsable de todos los ritmos y flujos de la naturaleza (nubes, climas, estaciones…). Es la segunda manifestación de la consciencia y se mueve por el espacio. Su atributo es el tacto y su acción es mover. En el cuerpo promueve el movimiento (latido cardíaco, circulación sanguínea, respiración, impulso nervioso, eliminación de desechos…). Controla todas las actividades del cuerpo, los pulsos y todos los compuestos gaseosos. Sus acciones naturales son el movimiento y la sequedad (el aire seca). Se relaciona con el tacto, ya que es el sentido más capacitado para percibir el aire y, más en concreto, se le relaciona con la piel y con su capacidad perceptiva.

El flujo del deseo, de la voluntad y del pensamiento están regidos por Vayu. Esto nos aporta capacidad para fluir y evolucionar. Necesitamos tener la posibilidad de movimiento para garantizar la vida, la adaptabilidad y el cambio, atributos que corresponden al funcionamiento del aire.

Su exceso puede originar ansiedad, inseguridad y nerviosismo, ya que un movimiento desmedido no es bueno. En nuestra vida, el aire debe ser regulado; nos enseña que debemos movernos pero siempre dentro de un equilibrio. Vayu ejerce un efecto desecante sobre los otros cuatro elementos y objetos.

Entre sus propiedades destacan: la ligereza, aspereza, claridad, movimiento activo y centrífugo, seco, ligero, claro, informe y móvil.

Entendiendo cómo funcionan los cinco elementos e interactúan entre ellos, podremos comprender mejor nuestra naturaleza, nuestro cuerpo y mente. Si queremos mejorar y evolucionar tenemos que conocernos a fondo, reconocernos, en cuerpo, alma y pensamiento. Desde Bienestar Interior buscamos sacar lo mejor de ti, ayudarte a verte para que pueda aflorar tu mejor versión, porque está ahí, solo tienes que recordarla. No pienses que tienes que cambiar tu esencia; vas a recordarla y a volver a ella, recordando lo más elemental de ti y de tu ser. 

 

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