Muchas veces, los padres (sobre todo las madres) toman a un hijo o hija para anclarlos a ellos y a sus destinos. A veces  lo dicen, la mayoría de las veces lo piensan, lo sienten en lo más profundo:

«Esta o este es para mi vejez», «esta o este es para mi felicidad», «para no sentirme sola», «no se casará, se quedará conmigo», «se hará cargo del negocio familiar», «todos pueden irse, pero tú no», «tú estás para cuidarme».

Por desgracia, esto es verdad, y en la mayoría de las veces se cumple. Hay muchos hijos que no se han ido de la casa de sus padres, aun deseando hacerlo. Son muchos los que creen que deben cuidar a sus padres ya mayores, que tienen que hacerles felices estando siempre con ellos, en celebraciones o fiestas tradicionales. También son muchos los hijos que se sienten responsables de sus hermanos al fallecer sus padres, por alguna promesa o por insistencia de los padres.

Culturalmente ha sido siempre así, el que «rompía las normas» era tachado, como mínimo, de egoísta. Piensa en esto, ¿les ocurrió esto mismo a mis padres? Lo traemos en nuestra genética, es heredado y es tal la repercusión generacional que si queremos romper con esta condena nos sentiremos culpables y/o rechazados por toda o casi toda nuestra familia.

Piénsalo bien, no avanzas en tus proyectos, no logras tener pareja, vives en casa de tus padres, te cuesta hacer viajes largos, si sigues en el negocio familiar, das dinero para tus padres continuamente… has heredado su patrón y solo tú puedes romperlo. ¿Eres feliz realmente así?, ¿te sientes libre? ¿sueñas con otra vida pero lo ves inviable?.

Como hijos, tendríamos que tener el permiso de nuestros padres para liberarnos de su mandato sin sentir culpa. Puedes dar y aportar en su vejez, claro que sí, pero no son tu responsabilidad. La libertad de dejar ir es el regalo más grande que nos pueden dar nuestros padres y el mejor legado para las siguientes generaciones.

Nuestros padres nos dan la vida y tenemos que estar agradecidos por ello. Nos crían, nos dan unas bases, una educación y nos ayudan a ser autónomos, nos dan las herramientas necesarias para ser autosuficientes y tomar las riendas de nuestra vida como adultos responsables. Así debería ser, ningún hijo debe quedarse anclado al lado de sus padres, todo padre y madre sabios tienen la amplia visión de no cargar a ninguno de sus hijos con sus inseguridades y sus miedos. Esto es lo sano, lo sensato, tú no eres egoísta si sientes que es hora de volar, recuérdalo. Con esto no quiero decir que te olvides de ellos, son parte de tu vida y siempre estarán en ella, pero desde un equilibrio y respeto mutuo y sano.

ERES UN SER ÚNICO Y MARAVILLOSO QUE ESTÁ AQUÍ PARA EXPERIMENTAR, SER LIBRE Y VIVIR DESDE EL RESPETO, EL AMOR Y LA FIDELIDAD A TÍ MISMO. EL EQUILIBRIO ESTÁ EN TÍ, SI TE RESPETAS, TARDE O TEMPRANO, LOS DEMÁS TE RESPETARÁN.

NAMASTE

 

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